Qué ver en la isla de Córcega
Córcega es uno de los destinos mediterráneos menos conocidos y, sin embargo, es uno de los más bellos e interesantes. Saint-Exupéry dijo de la isla: “El sol le hizo tanto el amor al mar que acabaron engendrando Córcega”. Pero no ha sido el único piropo que ha recibido la isla que vio nacer a Napoleón, quién se econviertió en el gran emperador francés, aunque tuvo un triste final. Los griegos la llamaron “la sublime” (Kallisté) y los franceses “Isla de belleza” (Ile de Beauté) y también “la perla de Francia”. Ninguna de estas afirmaciones supone exageración alguna ya que se trata de un increíble mosaico de paisajes naturales infinitos, diferentes los unos de los otros en la más pequeña de las grandes islas con las que nos encontramos en el Mediterráneo occidental.
Tal vez parte del desconocimiento que se tiene de Córcega se deba a las pocas comunicaciones que ha tenido con el continente pese a su relativa proximidad a las costas de Francia, Italia y España. Ahora, la compañía CroisiEurope, principal empresa de cruceros fluviales del mundo, lanza una propuesta muy original que permitirá conocer lo mejor de la isla desde el mar a bordo de uno de sus nuevos barcos, La Belle des Océans que se estrena con este crucero marítimo.
Bordeando la costa corsa
Córcega es una isla, un mundo aparte, lleno de misterio, codiciada y conquistada a menudo a lo largo de su historia. Y también por eso se ha sentido siempre distinta al resto del mundo, anclada en valores que le son propios. Mediterránea y francesa, pero corsa ante todo, ha forjado a lo largo de los siglos una cultura original, rica y profunda. Tierra genovesa y más tarde francesa, Córcega reivindica sus tradiciones vivas y sus costumbres seculares que se encarnan en las voces, la música o la artesanía.
El Museo Nacional de la Casa Bonaparte y el Museu di a Corsica narran toda la historia de Córcega. Además, esta isla disfruta de un entorno excepcional. Una península repleta de monte bajo, volcada en el golfo de Génova, con una costa occidental de rocas esculpidas por el viento y el mar, y ciudades luminosas adosadas a los acantilados calcáreos, playas de tonos caribeños, picos de granito que apuntan al cielo, pueblos de montaña sobre ciudades balneario de moda… Córcega es en sí misma una lección de geografía.
Córcega tiene muchas facetas por descubrir… la pregunta que uno se puede hacer visitando la isla de la belleza es “Qué es lo que no tiene Córcega?”. Mar, montaña, bosques, ríos, ciudades y pueblos con encanto, gastronomía y vinos con carácter, sin olvidar las tradiciones que mantienen viva la cultura corsa.
Aunque es la más montañosa de las islas mediterránea, en realidad, puede decirse que Córcega es una montaña en el mar, con cumbres que superan los 2000 metros de altura –el punto culminante está a 2710 metros–, y posee un patrimonio natural único, de hecho, muchas de sus riquezas naturales han sido declaradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Además, en un intento por conservar una isla salvaje, apuesta por un turismo sostenible, evitando el turismo de masas.
Pero la riqueza natural de Córcega no se reduce a sus montañas. También están los bosques de pinos que rodean lagos de altitud, los pastos alpinos, el monte bajo inexplorado, los viñedos, los 25 ríos que la recorren y los más de 1000 kilómetros de un litoral variado, con 200 playas de arena fina. La Costa oeste es la más salvaje, la más recortada, con esos profundos acantilados de pórfido rojo y de caliza blanca, esos cañones de granito; y el litoral este está recorrido por la larga planicie de Aléria… Una riqueza natural que hay que preservar, por lo que dos tercios de la superficie de la isla son Parque Natural Regional, en total 3500 km², con cinco Reservas Naturales y un Parque Marino Internacional.
Rincones para descubrir
Ajaccio es la «ciudad imperial» y antiguamente «ciudad del coral», es el lugar de nacimiento de Napoleón Bonaparte. Hay que visitar sus principales monumentos, como el palacio de justicia, la corte de Napoleón, la plaza donde se encuentra un monumento ecuestre de bronce que representa a Napoleón y sus cuatro hermanos, así como la de Austerlitz donde, según la leyenda, fue fascinado durante su infancia por los personajes históricos, y soñaba con conquistas y gloria. La verdad es que cumplió su sueño.
Otros puntos clave de la zona y de visita obligada son Calvi, y su magnífica bahía, aunque la mejor vista se obtiene desde su ciudadela, de pie sobre un promontorio rocoso y rodeada de altas murallas reforzadas por bastiones, la ciudadela contiene una pequeña joya, la antigua ciudad de Calvi con edificios que no carecen de interés como el oratorio de Saint-Antoine y el Palacio de los gobernadores genoveses. También hay que visitar la catedral de San Juan Bautista con su Cristo Negro de los Milagros. Antes de unirse al barco, no hay que perderse la Torre de la Sal; también puede hacerse una excursión para descubrir los antiguos pueblos de Balagne, apodado «el jardín de Córcega» gracias a sus colinas fértiles. Esta región reúne una treintena de aldeas que se presentan como belvederes en picos rocosos o escondidas en el corazón de los valles estrechos.
Bonifacio es un verdadero museo al aire libre, la ciudad de los acantilados revela sus callejones y senderos, su fortaleza milenaria o sus casas encaramadas a 60 metros sobre el mar. Los más valientes, pueden animarse a subir la Escalera del Rey de 187 escalones, y con espectaculares vistas desde lo alto. Luego se puede hacer una excursión en barco local al archipiélago de Lavezzi, con sus islotes y arrecifes de granito, así como las cuevas marinas, mientras se observan desde el mar los acantilados de Bonifacio. Si se navega a Porto Vecchio se contemplan las reservas naturales de las islas Cerbicale y las bocas de Bonifacio, y a lo lejos las islas Cavallo y Lavezzi. Por la noche, se visita una posada tradicional en el corazón de la Córcega salvaje. En la sala calentada por la gran chimenea o afuera bajo los alcornoques, los propietarios compartirán con los viajeros un poco de su historia y su pasión, disfrutando de una cena compuesta según las estaciones y los productos de la granja al sonido de las canciones y guitarras corsos.
Porto Vecchio es la antigua ciudad de la sal que se forma en dos mitades; arriba la ciudad alta, con sus pintorescos callejones y los restos de la ciudadela. Abajo, el puerto con la arquitectura más moderna. Porto Vecchio ha conservado cierto encanto con sus estrechas callejas y casas típicas apenas más altas que las paredes y la ciudadela.
Cap Corse es el territorio más al norte de Córcega, una larga cadena montañosa de 40 km. que se sumerge en el mar, un patrimonio natural salvaje preservado que revela sus bosques, sus montañas, sus pequeños pueblos encaramados en la ladera de la montaña, pero también sus magníficas pequeñas calas. El camino a lo largo de la costa salvaje ofrece una sucesión de hermosos paisajes: acantilados, especialmente en la costa oeste, costas recortadas donde se encuentran las torres de la época genovesa, pintorescos pueblos. Desde Bastia, y por la carretera costera, se pasa por Erbalunga, adorable pueblo de pescadores, Santa Severa, pequeño y agradable puerto, el típico pueblo de Luri, el paso de Santa Lucía, Pino, pueblo ubicado entre higueras y naranjos…